Pues Juan, te confieso que estoy en un momento de crisis, pero que es necesario también, porque estoy tocando varios estilos a la vez, trabajando más las letras e intentando tomar una dirección… aunque hay varias direcciones y ese es el hándicap de querer cubrir muchos estilos. Ahora estoy con un estilo un poco más electrónico que dependa más de mí, por ejemplo. Y, también, dando forma a nuevos temas para trabajar con la banda. Y no sé cuál de los dos caminos es más difícil.
-Has crecido en un ambiente siempre muy musical. Cuando eras pequeño, ¿se pasó por la cabeza, alguna vez, que ibas a tener la banda que mejor homenajea a Queen?
Es una bendición para mí haber estado rodeado de música con mis padres y mis hermanas. Es el mejor regalo que he tenido en mi vida. Y nunca se me pasó por la cabeza haber hecho una banda que homenajea a Queen aunque es verdad que de pequeño soñaba con cantar esas canciones delante de gente, pero no formar una banda para hacerlo.
Y, bueno, no soy quién para decir que es la mejor o no, pero sí que creo que es una de las que más entidad y personalidad tiene.
– Si no fuera Queen, ¿Qué otro grupo hubieras querido homenajear?
A muchos, pero creo que para homenajear a una banda en condiciones tienes que conocer el repertorio al dedillo. Todos los pormenores de cada canción para hacer una selección, conocer bien al público de esa banda, saber qué ofrecerles… Y de la única banda que tengo ese conocimiento es de Queen.
A ver, también me gustan muchos los Beattles o Pink Floyd, pero soy consciente de que no soy un maestro como yo creo que se debe de ser para homenajear a una banda. Bueno, sabes que me encanta hacer versiones y llevarlas a mi terreno y, además, se aprende muchísimo de música, de composición y de hacer historias versionando a los grandes, pero llevándolo a tu terreno, que creo que es el paso más importante, no calcar la canción sino capturar la esencia.
-Conoces y tienes muy buena relación con Brian May. Pero, te pido un juego de imaginación: Piensa que tienes a Freddy delante de ti, tan sólo un minuto, ¿Qué le dirías?
No sé. Es muy difícil… -Momo piensa-. Le daría un abrazo y le daría las gracias por todo lo que me ha brindado. Y me echaría unas risas con él, me tomaría unas cañas… yo qué sé… Sería un personaje divertidísimo de conocer. Lo puedo comparar un poco con la experiencia de conocer a Bryan May, cuyo recuerdo es imborrable. Fue una sorpresa muy agradable porque tenía miedo a decepcionarle, pero comprobé que era educado, agradable e interesado en lo que yo hacía en ese momento. Quiero pensar que si hubiese conocido a Fredy hubiera sido igualmente maravilloso. Imagínate la de anécdotas que hubiera podido contar. Quizá me hubiera quedado paralizado y tendría que superar ese momento para compartir alguna conversación. Pero me gustaría observarle para ver cómo era como persona… aunque hay gente que dice que era muy tímido… Pero, sobre todo, le daría un fuerte abrazo por todo lo que me ha dado.
-Cuando haces conciertos sin el grupo, haces versiones de Los Secretos o de Robe Iniesta, entre otros muchos… ¿Cuál sería la versión más alejada a lo que tu público piensa que haces o que podrías hacer?
He llegado a cantar canciones de Rocío Dúrcal o boleros… Me gusta sorprender e, incluso, sorprenderme a mí mismo y alejarme de mi estilo… porque el estilo, al final, se diluye. De repente empatizas y conectas con una canción aunque, en un principio, no tenga que ver contigo. Por eso no me gusta etiquetarme… me gusta dejarme llevar y sorprenderme con canciones que voy descubriendo.
Hace poco, ya te digo, canté una ranchera de Rocío Durcal, compuesta por Juan Gabriel… y como ese ejemplo te puedo poner infinidad y eso es lo bonito, conocer canciones y llevarlas a tu terreno.
-¿Sabes? A la gente que viene a mis clases de teatro alguna vez le he hablado de ti, no por tu faceta musical, sino por tu faceta actoral o, cuanto menos, de cómo interpretas las canciones… Al final, actuar es, mayormente, transmitir y provocar emociones al público que viene a vernos…
Totalmente de acuerdo. Muchas veces cuando canto, sobre todo cuando me pongo al piano, lo que trato es de cantar para mí, conectar con mi interior… Puede sonar extraño, pero trato de conectar con mi alma… con mi yo más profundo. Disfrutarla yo. Es la manera en la que haces disfrutar. Y, por supuesto, impregnarte de la historia, de la letra. Aunque muchas veces, hay canciones que me llegan a lo más profundo y no es por la letra, sino por la manera en la que combinan melodía y armonía, las progresiones, cómo va evolucionando el tema armónica o rítmicamente… y eso conecta conmigo de alguna forma. Otras veces es la letra lo que más conecta y me hace sentir. Y todo esto ayuda a interpretar una canción. La manera mas adecuada de interpretar una canción es la que uno siente. Yo creo que lo más importante es no tener miedo a desnudarte ni a mostrarte.
-Un día le escuché a Sabina que dijo que una buena canción tiene que tener una buena letra, una buena melodía, una buena producción, un buen sonido… y algo que no se puede definir, pero que es lo que más importa…
Yo diría que tiene que tener alma y honestidad. -Momo incide mucho en la palabra honestidad-. Incluso hay muy buenas canciones que no tienen todo eso que dice Sabina, pero, evidentemente, si lo tienen mejor. Estoy de acuerdo con lo que dice Sabina… Alma, honestidad y magia cuando te entregas a una canción. Y no siempre se consigue, pero cuando se consigue, sorprende.
-Ya son muchos años, Momo, y habrá miles de momentos especiales… Pero siempre hay algunos que se guardan en un lugar especial de la memoria y del corazón… ¿Me puedes contar alguno?
¡Qué difícil! –Momo resopla como pensando que es una pregunta que ya le han hecho muchas veces… Y Juan que quería ser original-. Hay muchos. A ver, cantando junto a Bryan May. A veces lo recuerdo y no me lo creo. Hubo veces en que estaba cantando mientras le miraba y no me lo podía creer. ¡Estábamos mirándonos a los ojos y había una magia y una conexión… y era maravilloso!
Ese fue un momento especial que viví yo.
Pero luego conservo con mucho cariño los momentos creativos en la soledad de tu habitación… cuando empiezas a ver que está tomando forma, que se está construyendo una pequeña magia… Ese ”click” donde ves que la canción se está colocando y tomando forma… Es como que parece que hay una entidad superior que te está dictando. Es difícil de definir.
– … Pero, a pesar de todo este tiempo en escenarios… Hay mucho por hacer, ¿verdad?
¡Y tanto! Mira, hay muchas que hacer que a veces me da hasta vértigo. Hay veces que pienso: Hay tantas cosas que hacer que hoy no voy a hacer nada.
Es muy importante organizarse bien y ponerse fechas, pero también hay que fluir y dejarse llevar… ¡Hay tantas cosas que me gustaría hacer… y no me va a dar tiempo a hacer todas en esta vida! Pero bueno, también hay que dejarse llevar y cuando se presenta algo, estar abierto, porque a lo mejor es algo que no tenías previsto y, de repente, cuadra y te hace tirar por ahí y otras planificaciones que tenías las tienes que aparcar… Y, en fin, ojalá tengamos muchas más cosas por hacer.
-Hay fans tuyos que van a menudo a la Sala Tarambana… E, incluso, que vienen con cierta devoción a las obras que hago… Una vez, un par de fans de Momo, vino de Barcelona a ver una obra que hice yo con Formación Tarambana y me dijo: – “Venimos a ver tus obras, pero que sepas que lo primero es que somos fan de Momo”. Jajajaja. A mí me encanta porque me da sensación de pertenencia a una familia artística… Estoy seguro, Momo, que podrías elegir… Pero eliges seguir con Tarambana Espectáculos. ¿Por qué?
Tarambana es una pequeña gran familia. Y yo he formado parte de Tarambana desde el principio; la vi nacer, Jamás me desvincularé de Tarambana. Creo que es importante sentirte parte de algo, como tú dices, y es nuestra casa y nuestra familia. Me han apoyado en los peores momentos y me han acompañado en los mejores. Tienes razón: es lo que elijo. Y me gusta saber que pertenezco a una gran familia como es Tarambana que, además, están implicados con la cultura, son gente honesta, Nacho Bonacho es mi amigo del alma… En fin, yo soy Tarambana. Todos somos Tarambana.