“Papá, ¿otra vez vas a ver a Momo?», pregunta la niña, con una mezcla de asombro y diversión, mientras observa cómo su padre marca en el calendario las próximas paradas de la gira:

“Sí, mi niña. Es como algo como litúrgico, pero en vez de rezos, hay rock del bueno. Momo y Queen son eternos, como las estrellas. Y esta gira… bueno, esta gira nunca acaba. Es más, estoy convencido de que Momo encontró el secreto de la juventud eterna entre las notas de Bohemian Rhapsody”, responde su padre, con brillo en los ojos.

Su hija, intrigada, se sienta junto a él. “¿Cómo es eso posible, papá? ¿Una gira que nunca termina?»

“Ah, es un arte antiguo, conocido solo por los músicos más grandes. Momo, al parecer, lo ha dominado a la perfección. Tras quince años, algunos dicen que no hay otoño sin hojas caídas y sin Momo girando por España. Luego viene la gira de invierno, seguida por la de verano, y así sucesivamente. Es una especie de ritual, una peregrinación que hace que cada año tenga su propia banda sonora, cortesía de Momo y Queen”.

El padre continúa. “Y lo más curioso de todo, cada gira parece única. Incluso si repiten ciudades, nunca es lo mismo. Los conciertos de Momo son como las buenas historias: aunque sepas lo que viene, siempre terminas disfrutando del momento”.

La niña sonríe, imaginándose a sí misma, años después, contando a sus propias hijas y nietos las interminables giras de Momo. “¿Y nunca se cansan? ¿Ni Momo ni su público?”

“Al contrario, hija mía. Es un ciclo de energía renovable. Momo y su banda despliegan su fuerza, potencia y rock puro, y el público les devuelve esa energía con creces. Es un intercambio mágico, un pacto no escrito que renueva sus votos en cada gira”.

Con una mezcla de asombro y una pizca de escepticismo, la niña asiente. “Entonces, ¿irás a todas las ciudades?”

“¡Por supuesto! A este ritmo, Momo y su homenaje a Queen se convertirán en una tradición familiar. Quién sabe, tal vez un día vayas tú con tus nietos, continuando el legado de la Gira Eterna”.

Riéndose juntos, padre e hija comparten este momento de conexión a través de la música. Una conexión que une generaciones. Momo, con su eterna gira en homenaje a Queen, no solo ha logrado rendir tributo a la legendaria banda británica, sino que también ha creado un lazo inquebrantable entre el pasado, el presente y el futuro, demostrando que la música, al igual que las historias compartidas, es verdaderamente eterna.